Los días
se confunden con el viento.
La sombra de lo que fui se desvanece.
Mi pasado es aire entre las nubes.
Ya no soy ese que creyó en certezas.
El reloj se desenmascara y me enseña su rostro
sin ojos, ni boca, ni nariz.
Intento que sonría, pero dejó de engañarme.
Años, meses, los días, las horas…
… su mentira.
Hoy me responden sus ecos…
… sonidos de lugares lejanos.
Escucho su risa en las montañas, en el cielo y en la mar.
Alegría que vibra con las olas
y se dispersa
con los rayos del sol.
Intento entender su mensaje,
susurros de ilusiones y voces muertas.
Mirada que brilla en las estrellas:
ojos que alguna vez me vieron con belleza,
hoy son un recuerdo.
Memorias de humo, vidas de agua.
Logré entender su truco, su acto de magia.
Confunde con nombres,
engaña a las almas de semilla.
Allí vive su rostro, su mirada ciega.
Al fin le veo, aún no es tarde.
Las nubes, el sol, el fluir del océano.
Y una voz que se pierde…
en la boca del universo.
Ecos, sombras, ese hombre
que ya no soy…
no deseo palparlo, entendí.
Allá el vacío, aquí lo vivo.
Siluetas, trazos que hago con pinceles imaginarios.
Formas nuevas, vidas que serán…
… como el tiempo.
Nota: Existe otra versión (borrador) de este poema. No lo eliminé debido a que tiene comentarios de los lectores, con sus respectivas impresiones sobre el mismo. Ver: https://ideasjcsa.com/2020/07/17/el-tiempo/







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