¿Qué es a literatura? Jonathan Culler intenta responderlo, en su ensayo ¿Qué es la literatura, y qué importa lo que sea?, con argumentos conocidos:

1) Un problema del lenguaje y sus formas;

2) Un asunto de contexto;

3) La mezcla del lenguaje con su funcionalidad;

3) Los tiempos, personajes, lugares, historias y sus usos: la ficcionalidad;

4) Su estética (incluyendo su naturaleza intertextual: su parentesco con obras similares del pasado);

5) Su ideología, carácter didáctico y posibilidad de crear una comunidad imaginada (A lo Benedict Anderson), con la capacidad de unir a la humanidad y hacerla trascender de sus circunstancias temporales.  



Tal y como dice Culler, el tema se remonta al romanticismo alemán, teniendo como principal exponente a E. Kant. Es un tema complejo, debatido una y otra vez y con incapacidad de lograr un consenso. Esto invita a pensar en la subjetividad y el contexto como elementos con mayor poder definitorio. Ya Duchamp lo demostró con su famoso urinario. Al igual que el Arte convencional se sincroniza con el contexto, de modo que una pared blanca es solo una pared blanca, pero en un museo puede adquirir otras connotaciones, igual ocurre con la Literatura.


Jonathan Culler


Culler problematiza el asunto de manera impecable. Casi todas las argumentaciones tienen resonancia en otras dimensiones: la publicidad, un libro de texto especializado, etc.

Al final, lo que mayor peso distintivo puede tener es la interpretación subjetiva, las expectativas del recipiendario y el contexto.

La calidad estética y la arquitectura del lenguaje siempre serán temas experimentales y sujetos a la interpretación de agentes externos al escritor. La crítica literaria, y las escuelas de letras, pueden conformar un club, como de hecho hacen de manera recurrente, y, a través de los consensos, determinar qué cosa es y qué no es Literatura. Pero al final, sigue siendo un asunto arbitrario y discrecional, que no permite arribar a conclusiones definitivas.


Benedict Anderson
(1936 – 2015)


Al igual que las realidades son producto de las proyecciones individuales, y lo que llamamos “realidad exterior” no es otra cosa que una metáfora solidificada con el paso del tiempo, a través de los consensos (Nietzsche dixit.), la discusión sobre qué es la literatura es parecida a la del sexo de los ángeles: un interminable diálogo y/o monólogo dentro de un laberinto especular, que no parece tener salida.





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