William Burroughs concibe una gran distopía en Naked Lunch. Se trata de una obra comparable a 1984 de George Orwell, Un mundo feliz, de A. Huxley y las obras de Kafka (El proceso; Metamorfosis; El Castillo).
La obra desnuda a la sociedad contemporánea y expone sus hipocresías, a partir del tema de la adicción: a las drogas, al poder, al sexo… durante la lectura se siente que detrás de las acciones existe un ente vigilante, capaz de ejercer una fuerza poderosa sobre la voluntad y las conciencias.
Se podría inferir que el mass media opera como ese instrumento que condiciona las mentes y las va esclavizando hacia cierto tipo de percepciones y entendimiento de la existencia. Distopía a partir de lo grotesco, de la crudeza de las escenas, así como de los distintos niveles donde se puede observar algún tipo de injerencia de factores externos a la voluntad, que pretenden condicionarla de una u otra forma: “Annexia”, y su Sistema burocrático, que mantiene a la población en un constante sentimiento de temor y miedo al castigo arbitrario; “Freeland”, gobernado por el sádico Dr. Benway y, finalmente, “Interzone”, donde se ofrece alguna dosis de liberación, con la disposición de un mercado que vende cualquier especie de drogas y hay ofertas sexuales para todos los gustos, incluyendo el sexo homosexual con menores de edad.
Burroughs crea un universo opresivo, hipócrita, donde el ser humano se haya en un laberinto sin salida, manipulado por poderes que no controla y que no sabe bien de dónde proviene su fuerza.
Se genera un clima de paranoia y ansiedad constante. El individuo pierde su voluntad a partir de las adicciones, que operan como arma de doble filo: le esclavizan, pero también representan su vía de escape, la posibilidad de transportarse con la mente a lugares que trascienden el mundo conocido, penetrando una dimensión de infinitas posibilidades alucinógenas.
La distopía consiste en la existencia de una sociedad asfixiante, controladora, que manipula las mentes con reglas impuestas, prohibiciones y moralismos que minan la individualidad. La encierran en un túnel, del que se necesita escapar para salvar lo que reste de humanidad.
La droga, el sexo, las adicciones son el escape desesperado y crudo, que, paradójicamente, regresan a la persona al laberinto, con otra clase de opresión y limitación de su voluntad.
La novela podría estarse desarrollando dentro de una alucinación del narrador.
Burroughs hace énfasis en la psiquiatría como un poder tiránico, que se impone sobre los pacientes y juega con sus conciencias, con la excusa de que así se mejorará su humanidad.
Al final, el «almuerzo al desnudo», este naked lunch, es la representación de una sociedad que, al quitársele los disfraces, solo muestra desesperación, adicción y necesidad de escape.







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