Espectacular el discurso del presidente Donald J. Trump en el Congreso de USA el cuatro de marzo de 2025. Es un gran alivio por fin contar con alguien brillante y capaz al frente de la política mundial, sin agendas macabras ni hipocresías, que le dice a la bruja de Pocahontas: «Pocahontas», en su propia cara; y noble para reconocer a personas que lo merecen y cambiarles la vida en un instante, como al muchacho al que le comunicó su aceptación en West Point; la familia del bombero asesinado en día de su atentado; la madre que le pidió en la campaña (2024) rescatar a su hijo preso en Rusia y a quien rescató apenas pisó La Casa Blanca; y el niño de 13 años, sobreviviente de un cáncer cerebral, que fue nombrado «agente del servicio secreto» honorario. 

La visión de grandeza que tiene Trump y su repudio a la mediocridad, la victimización y la «agenda woke» es lo mejor que le pudo pasar a la civilización occidental. 

Hasta cierto punto, fue bueno que le robaran las elecciones en 2020. Ahora vino repotenciado y sabiendo exactamente lo que tiene que hacer y quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos. 

Gracias a Trump, pronto terminarán las guerras y el planeta podrá concentrarse en cosas importantes, como seguir evolucionando como especie humana.