Utilizaré la siguiente cita del dramaturgo español César Oliva, admirador de García Lorca que ha hecho mucho por la difusión de su obra:

“Al teatro hay que ir porque da la posibilidad de pensar, respirar y vivir, con la principal intención de divertirse. Y porque es como un templo en el que se cuentan historias de verdad. Un lugar mágico en el que todo es posible. Todo”.

Pensar, respirar, vivir es la receta de la poesía y de la tragedia. Toda vida humana es un continuo avatar, la lucha incesante por alcanzar alguna sensación de paz y armonía que le den coherencia al absurdo. La esencia de la vida está marcada por las emociones, y éstas solo son reales cuando se pasean por el arcoíris compuesto de colores y matices que dan contornos y definen la intensidad con la que se vive.

La poesía es un soplo de belleza y no puede haber belleza sin sufrimiento, sin el dolor de las pérdidas, de las decepciones, de los fracasos, de la tristeza. En este sentido, toda vida es como una moneda de dos caras: la poesía, por un lado; la sangre descarnada, por el otro. Lo sublime que se eleva al cielo, y los huesos que se entierran en el Hades.

El teatro es la representación de la vida. Si bien Oliva habla de “divertirse”, “de magia” y de un potencial infinito, lo cierto es que para que un espectador realmente disfrute una obra y se “divierta”, debe producirse eso que Aristóteles definió en la “Poética”: La catarsis. Y ésta se produce solo cuando existe una identificación entre el público y la escena que presencia. Nadie se identificará en una obra donde las emociones humanas no florezcan en sus más amplias dimensiones.

Para que se dé la poesía es necesaria la emoción, lo mismo que para que se dé una vida es necesario el sufrimiento. El teatro expresa las emociones humanas y si la obra logra la catarsis en el espectador es precisamente porque hizo una mezcla adecuada de componentes emocionales.

García Lorca expresa con su idea precisamente eso. La necesidad de cubrir el espectro completo, que aspira a lo sublime a partir de la poesía de la vida. Y, como dijimos, no existe poesía sin dolor, porque las emociones genuinas vienen cargadas de una historia, de la huella que dejan las risas y también las lágrimas.

Oliva expresa eso al decir que al teatro se asiste porque da la posibilidad de pensar, respirar y vivir … de eso se trata, y para lograrlo es fundamental la expresión genuina de las emociones. Aquí Lorca y Oliva se abrazan en una coincidencia perfecta. La magia del teatro es ver nuestra vida en las palabras y emociones que se producen en las tablas.



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Una respuesta a “Garcia Lorca y la poesía del teatro”

  1. Avatar de Beatrice Ponce
    Beatrice Ponce

    Me Encanta, la Vida es un Teatro 💕

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