Desde que se pudo conocer la estructura interna del cerebro, a partir de los años noventa del siglo pasado, se DEMOSTRÓ (porque ya se sospechaba) que el cerebro es un órgano con una plasticidad infinita, capaz de auto regenerarse, producir neuronas nuevas a cualquier edad y también nuevas conexiones entre las mismas. Dicho esto, se puede entender al cerebro como una suerte de músculo, con un potencial infinito.
No es casual que su estructura interna sea idéntica a la del universo. La Eugenesia, promovida y practicada por los Nazis, y sustentada en una mala interpretación de Darwin, es una filosofía que ha quedado en el pasado, solo practicada hoy por ignorantes que suelen ser racistas (que es una forma muy patética de ignorancia, ya que el concepto de raza también ha sido superado en biología).
La inteligencia es producto de un uso adecuado de la lógica y la creatividad, partiendo de una estructura cerebral funcionando en estado óptimo: es el traje y los modales con los que se presenta el órgano físico y depende 100% de la voluntad y de la autoestima del individuo. También de elementos como el sueño, la alimentación, el ejercicio físico y el medio ambiente.
A medida de que el sujeto tome consciencia de su potencialidad infinita (salvo que existan taras y condicionamientos patológicos que lo impidan) este podrá desarrollar y llevar su inteligencia a niveles cada vez más elevados, sin límites más allá de los que puedan frenar ciertas circunstancias exógenas y a veces también endógenas.
Desde luego que la genética tiene influencia y hay gente mucho mejor dotada que otras de forma natural, pero esto no es más que un porcentaje de una torta que tiene muchos otros ingredientes. La genética puede hacer más fácil o más difícil el proceso, pero al final es un tema de convicción, voluntad y disciplina.
La inteligencia puede desarrollarse durante toda la vida y creer que es algo fijo es como ponerle rejas al viento y apagar la luz del sol. Esa creencia lo único que logra es matar una oportunidad de oro y extraviarse en un camino que conduce al cielo.
Cualquier genio para serlo debe aplicar la fórmula de Einstein: 98% trabajo, 2% genio. Nadie que haya alcanzado la gloria intelectual estuvo excepto del más arduo y profundo trabajo, concentrado casi con exclusividad en el oficio que le consagró.
Es realmente asombroso que a estas alturas del conocimiento sobre la mente, el cerebro y la inteligencia existan argumentos como el de una inteligencia fija.
Nada es más desarrollable que el intelecto, y es impresionante la potencia que tiene el cerebro para incrementar la capacidad Intelectual del individuo a partir de la voluntad del sujeto. La tesis atávica está 100% desvirtuada y superada por la neurociencia.
Estoy convencido que no es casual que la geografía cerebral sea idéntica al espacio exterior. Es el universo exterior comprimido en el cráneo, produciendo con sus vibraciones ondas que se conectan con las de toda la creación.
El cerebro actúa como un aparato de radio, y al hacerlo consciente, se trata de sintonizar las frecuencias adecuadas, esas que contienen las ideas que nos permiten evolucionar hacia estadios cada vez más elevados. Cuando las personas logran sintonizar la misma frecuencia,vibran los arquetipos que hacen vida en el inconsciente y se produce una conexión mágica, donde el entendimiento se fundamente en intuiciones similares y comunión de creencias y convicciones.
El infinito que es el universo se extiende al cerebro y este se revela con la misma naturaleza que el creador universal, con su misma capacidad para producir belleza y reinventarse. Al final, somos la naturaleza expresándose con ideas y acciones humanas… conectados con toda la fuerza que implica una potencialidad infinita.
Es importante comprender esto. Al hacerlo, la perspectiva de todo cobra nuevas dimensiones de comprensión y entonces se capta que la única realidad que existe es la que creamos con nuestra propia mente, movida a voluntad y convicción.







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